Hace casi 40 años la frase “para hombres que dejan huella” era parte de un slogan que evocaba una experiencia memorable a través de aromas y fragancias que se asociaban con cualidades de liderazgo, fortaleza e impacto positivo.

Ahora, la huella que no solo los hombres de esa época sino la humanidad entera dejamos como legado, es el impacto ecológico de todas nuestras actividades (la manera en que nos transportamos, vestimos, elaboramos productos y consumimos alimentos), es decir, nuestra Huella de Carbono.

¿Qué es la huella de carbono?

Aunque siempre se ha sabido que las actividades humanas causan una marca en el medio ambiente, fue hasta los años 90s que se creó este indicador que da idea de nuestro impacto en el planeta y que compara el uso de los recursos naturales con su capacidad de renovación.

La huella de carbono es el rastro de gases de efecto invernadero (GEI) que dejan las actividades humanas. Este indicador ambiental mide tanto las emisiones directas como indirectas de diversos compuestos.

¿Qué son los Gases de Efecto Invernadero (GEI)?

Los GEI son componentes presentes de manera natural en la atmósfera, como el vapor de agua, dióxido de carbono, ozono, metano, óxido de nitrógeno, entre otros y que son indispensables para mantener el equilibrio y la temperatura de la tierra. En realidad, su presencia no solo es buena sino necesaria para que el planeta no sea un bloque de hielo; el problema es cuando hay un desequilibrio y un aumento excesivo de estos gases.

Los seres humanos, desde que nacemos, hasta nuestra muerte, así como todas las actividades que realizamos, ya sea de manera individual o a nivel industria, contribuimos a que estos GEI incrementen y se pierda ese equilibrio.

Lo que vestimos, comemos, hacemos cotidianamente y la forma en que se produce todo lo que consumimos generan un aumento en los GEI. Estas emisiones cambian la composición química de la atmósfera, aumentan la temperatura de la tierra los climas.

La sustentabilidad como parte de la solución.

Tenemos claro que el estilo de vida actual nos puede llevar a enfrentar severas consecuencias ambientales como la intensificación de la contaminación, pérdida de biodiversidad, escasez de agua y demás recursos naturales, por lo que es urgente adoptar prácticas sostenibles que nos ayuden a mantener el equilibrio y la salud del planeta.

Una de las actividades que genera mayor emisión de GEI, es la agricultura, debido al movimiento de la tierra, el uso de fertilizantes y de maquinaria. Afortunadamente en Aguas Firmes podemos ser testigos de primera mano, de los beneficios que la agricultura de conservación trae consigo.

El cambio en la filosofía del manejo del suelo que aporta este tipo de agricultura modifica la dinámica del carbono en el suelo, incrementando su capacidad de almacenamiento. De esta manera el papel del suelo como captador de carbono es más relevante, y esto ocurre fundamentalmente por dos motivos:

Al dejar los restos vegetales cubriendo la superficie del suelo (cobertura permanente del suelo), el dioxido de carbono (CO2) que se encuentra en el aire fijado en las estructuras de las plantas, pasa a formar parte del suelo como materia orgánica, gracias al proceso de descomposición que llevan a cabo los microorganismos de suelo. Al no quemar residuos de cultivos se reduce la contaminación del aire. La disminución de las emisiones de GEI con este sistema agrícola se debe tanto al uso reducido de combustible como al secuestro de carbono en la materia orgánica del suelo.
Por otro lado, al eliminar la labranza (mínimo movimiento del suelo) se mejora la estructura del suelo, se vuelve más estable y la materia orgánica está más protegida frente a los ataques de microrganismos, de manera que el CO2 resultante de los procesos de mineralización de los materiales orgánicos queda atrapado en el espacio poroso del suelo. Así, todo este proceso contribuye a reducir las emisiones de este gas procedente del suelo.

Además, el uso de fertilizantes nitrogenados más eficientes y las rotaciones de cultivos —que son un componente importante para el manejo del nitrógeno en los sistemas de agricultura de conservación— en conjunto, permiten reducir las emisiones de óxido nitroso que es un gas más potente que el CO2.

La agricultura de conservación representa una oportunidad importante que ayudará en la reducción de gases de efecto invernadero

De manera individual, ¿cómo podemos contribuir a la reducción de la Huella de Carbono?

La responsabilidad de preservar nuestro medio ambiente recae en todos los actores de la sociedad; empresas, gobiernos, instituciones e individuos. Los próximos años serán decisivos en la batalla contra el cambio climático y nuestro éxito dependerá, sin duda, de nuestra capacidad para disminuir nuestra propia huella de carbono. Resulta importante que cada persona ponga un granito de arena para lograrlo.

Aquí algunas sugerencias que ayudarán a conseguirlo:

Adopta prácticas agrícolas sustentables como la agricultura de conservación
Apuesta por un consumo responsable, basado en productos locales elaborados de forma sostenible
Crea tu propio huerto urbano
Muévete de forma más sostenible, en transporte público, bicicleta o a pie
Desconecta de la corriente los electrodomésticos que no utilices
Reduce la cantidad de residuos
Reutiliza tus envases
Recicla tus residuos
Separa la basura en orgánicos e inorgánicos
Crea tu propia composta
Sé más consciente sobre la importancia de reducir la huella de carbono

Juntos lograremos dejar una huella positiva y ver un futuro posible para todos.

Hombres y mujeres que dejan huella