Para hablar de fertilizantes, es necesario primero hablar del suelo y de la importancia que tiene en la existencia de la humanidad para la producción de alimentos.

El suelo, es la capa exterior y superficial de la Tierra que a lo largo del tiempo, ya sea por efectos meteorológicos o por acción del ser humano, ha ido transformando sus partículas minerales y orgánicas tanto en textura como en estructura. El suelo constituye el soporte de árboles y plantas que obtienen nutrientes de él.

Las actividades agrícolas que demandan cada vez más producción de alimentos para hacer frente a las necesidades de la creciente población, exigen el empleo de herramientas y recursos que ayuden a cubrir los requerimientos de alimentos en cantidad y calidad suficientes; esto sólo puede cumplirse teniendo suelos sanos y fértiles.

¿Cómo podemos saber que tan fértil es el suelo?

Gracias a herramientas como los mapas de fertilidad, es posible conocer las características del suelo de áreas específicas, pues indican cuáles son las deficiencias nutricionales y limitantes químicos para determinar de manera óptima qué tipos de fertilizantes son los adecuados, en qué cantidad y en qué momentos suministrarlos.

¿Qué son los fertilizantes?

Son sustancias que se aplican de manera artificial al suelo y las plantas, proporcionando los nutrientes necesarios para que puedan crecer y desarrollarse de manera óptima.

Algunos de estos nutrientes son:

Nitrógeno: es el principal responsable del desarrollo de las plantas y ayuda a la absorción de otros nutrientes.

Fósforo: es esencial para la fotosíntesis y otros procesos químicos y fisiológicos. Juega un papel importante en la transferencia de energía.

Potasio: activa más de 60 enzimas que ayudan a sintetizar carbohidratos y proteínas, mejora la humedad de la planta y aumenta la resistencia ante sequías y enfermedades.

Calcio: esencial para el desarrollo y crecimiento de las raíces y del tejido celular de las membranas, además contribuye a reducir la acidez del suelo.

Magnesio: constituye el elemento principal de la clorofila y actúa en las reacciones relacionadas a la transferencia de energía de la planta.

Azufre: aunque su función es frecuentemente subestimada, el azufre es un elemento primordial de las proteínas y formación de clorofila.

Existen muchos tipos de fertilizantes, entre los que se encuentran:

Sintéticos: son producidos químicamente y generalmente contienen altas concentraciones de nutrientes por lo que actúan de manera rápida.
Simples / Compuestos: los simples contienen un solo nutriente, por ejemplo, nitrógeno, mientras que los compuestos son una mezcla de varios nutrientes.
Orgánicos (abono): estos tipos de fertilizantes suelen liberar los nutrientes lentamente durante su proceso de descomposición y están hechos de materia orgánica como, estiércol, composta, rastrojo o huesos.

Estos fertilizantes orgánicos son sumamente valiosos pues mejoran la estructura del suelo, regulan la temperatura, reducen la erosión del suelo, retienen la humedad, y en consecuencia, vuelven al suelo más fértil, además son más económicos que los sintéticos.

Algunos de los principales fertilizantes orgánicos o abono son:

Humus de lombriz que además de sus nutrientes, aporta una alta concentración de microrganismos;

Estiércol, que es rico en nitrógeno, fósforo y potasio. Ayuda al desarrollo de la planta y es uno de los abonos más completos;

Abono verde (ver artículo), son plantas que se cultivan para obtener algún servicio ecosistémico y mejorar las condiciones del suelo;

Harinas de Hueso que aportan grandes cantidades de fósforo y nitrógeno, además de equilibrar el PH del suelo y fomentar la floración de las plantas;

Rastrojo, es la cobertura vegetal que queda después de la cosecha, no genera costos y aporta nitrógeno, fósforo, potasio, calcio, hierro, azufre, zinc, boro, entre otros nutrientes;

Composta es el abono orgánico más común tanto en su versión doméstica, fabricado a partir de la separación y recolección de desechos vegetales caseros, como industrial para usarlo en explotaciones agrícolas. Es un abono orgánico muy práctico y se puede compostar casi cualquier materia orgánica, además de que podemos contribuir a la disminución de gases de efecto invernadero.

En Aguas Firmes queremos compartir una forma sustentable de tratar tus desechos orgánicos y crear un fertilizante de alto valor nutrimental, elaborando composta casera con esta guía muy práctica y sencilla.

Elaboración de Composta

Materiales necesarios:

Un contenedor o caja de madera preferible de 70 x 70 x 70 cm con ventilación (compostera)
Papel periódico (si se requiere forrar la caja) o si no, colocar en contacto directo con la tierra
Tijeras para trozar los restos orgánicos
Un rastrillo para ablandar y revolver la tierra
Una regadera
Lombrices (opcional)
Materiales orgánicos ricos en hidratos de carbono como: ramas y hojas secas, restos de poda, aserrín, paja, papel, cartón
Materiales ricos en nitrógeno: restos de frutas y verduras, cáscaras de huevo, restos de café y bolsitas de té

Procedimiento

Preparar la compostera, ya sea que esté en contacto con la tierra o introducir en la base alrededor de 3 a 5 cm de tierra fértil.
Introducir en una relación de 1 porción de materia orgánica rica en nitrógeno, por 3 porciones de materia orgánica rica en hidratos de carbono. Triturar antes de colocarlos y de tapar la compostera con papel periódico.
Revolver todos los elementos, dejar reposar y volver a mezclar cada dos semanas para proporcionar aire que fomente la actividad bacteriana aeróbica.

Algunas notas importantes por considerar al elaborar composta casera, es que se debe mantener la humedad con riego y cada vez que se introducen nuevos desechos, se deben mezclar con el material antiguo, hojas o paja. Es conveniente evitar restos de comida preparada, desechos de mascota, grasas y aceites, pescado, carne y huesos.

La composta estará lista en 4 meses aproximadamente, cuando los materiales integrados no se puedan identificar, sólo entonces se puede aplicar en jardines o macetas.

Beneficios:

Se nutre y enriquece el suelo con nutrientes esenciales para las plantas.
Mejora la retención de agua.
Reducimos los desechos enviados a vertederos, por lo tanto, se reducen las emisiones de gases de efecto invernadero.
Fomentamos la proliferación de microorganismos benéficos

La adecuada selección de fertilizantes, con dosis, métodos y períodos de aplicación correctos, junto con prácticas agrícolas sustentables como la agricultura de conservación, la elección de pesticidas naturales como las trampas de feromonas y un sistema de riego moderno, es la combinación perfecta para contribuir no solo a la salud de las plantas y la sostenibilidad del suelo, sino para obtener más y mejores cosechas, ahorrar recursos y cuidar el medio ambiente.

Suelo fértil, esperanza de cosechas prósperas.